La piedra de rayo es conocida popularmente por el nombre de ceraunias, en base a su antiguo nombre latino. Se caracterizan por tener una forma puntiaguda y por contar con una tradición, según la cual, numerosas culturas las asociaban a diversos poderes divinos y supersticiones. Su origen celeste estaría detrás de estas creencias que todavía llegan a nuestros días. Si bien proceden de la naturaleza, muchas de ellas son el resultado de hachas del paleolítico y neolítico. Pero esta característica no les resta valor a sus poderes, que pasamos a comentar a continuación.
Origen y misticismo de la Piedra de Rayo
Su importancia y su carácter místico han trascendido fronteras y se conoce en los cinco continentes. Evidentemente, en cada uno de ellos se la denomina de una forma diferente. Así, Japón o Islandia, dos países tan separados geográficamente, encontraban en la piedra de rayo unas cualidades especiales que les hacían llamarlas piedras de trueno.
Para las culturas nórdicas de países como Suecia, eran las mallas de Thur, y para los húngaros eran las flechas de Dios, dejando claro ese poder que le atribuían ya por aquel entonces. Las culturas celtas de Irlanda veían en estas piedras el poder de un ser sobrenatural, y por ello se referían a ellas como dardos de hada.
Pero si avanzamos en los siglos, todavía en lugares del planeta como Grecia siguen creyendo en los poderes de la piedra de rayo. Los griegos se refieren a ellas como hachas del cielo y en la Antigüedad consideraban que detrás del origen de estas piedras estaba Zeus. El padre de todos los dioses, cuyo atributo más reconocido es el rayo, se encargaría de lanzarlos desde el cielo en forma de relámpago. Como puedes ver, todas sus denominaciones coinciden en una cosa: estas piedras tienen poderes míticos que se atribuyen a su origen divino y celeste, como caídas del cielo.
Todas las culturas veían en ella un objeto con el que hacer rituales de curación y protección. Servían para todo tipo de cuestiones, desde proteger un hogar frente al mal de ojo de una persona hasta conseguir que la cosecha de ese año fuese productiva, pasando por la curación de enfermedades relacionadas con el estómago. Si se incluía un trocito de piedra de rayo en un caldo o sopa, sus propiedades curativas actuarían resolviendo el problema de salud. También sanaban al ganado enfermo.
En las zonas de costa, también era utilizadas como amuletos para prevenir a los barcos de los naufragios o impedir que un rayo destrozase un hogar. Habían sido labradas por los dioses y con ayuda de un rayo las habían depositado en la tierra. Algunas religiones animistas (aquellas que dotan de alma a objetos y elementos del mundo natural) iban un paso más allá y consideraban que estas piedras tenían en su interior a un espíritu bueno que velaba por las personas que las poseían.
Una especie de genio con poderes que controlaba aspectos de la meteorología y la naturaleza. Una especie de litolatría o veneración de la piedra que convertía a las piedras de rayo en objetos realmente adorados por algunas culturas.
Las ceraunias existen en las creencias populares desde tiempos antiquísimos y, si bien todavía hoy muchos ponen en valor sus propiedades místicas, su mayor auge se vivió hasta el siglo XVII. Autores históricos como Plinio el Viejo documentaron las supersticiones asociadas a la piedra del rayo, aunque sus sucesores empezaron a dudar de cuál era realmente su origen.
La idea de que el cielo podría ser de piedra y se desprendían trozos durante las tormentas empezó a ponerse en duda. También aquella creencia de la isla de Borneo que decía que estas piedras eran las uñas del dedo gordo del dios Baling Go.
Su intenso y usual color negro, junto con su forma, hace que sean fácilmente reconocibles. En España, es muy fácil encontrarlas en la zona de León, debido a la multitud de yacimientos arqueológicos. También en tierras gallegas, zona estrechamente ligada a creencias y supersticiones. Pero lo que nos dice la ciencia es que estas piedras están compuestas de oxígeno, silicio y aluminio, formando una especie de roca metamórfica.
En su origen han intervenido factores como la presión y las altas temperaturas, dando lugar a fusiones químicas.
En la actualidad, puedes verlas en muchos hogares o negocios, ya que la persona que la posee está contando con un excelente amuleto que la protege de las malas intenciones y energías negativas de otras personas. Contar con una piedra de rayo aporta mayor vitalidad y energía espiritual a aquellos que la han perdido por culpa de terceros. Te ayudará si tienes la autoestima baja, te aconsejará mentalmente a tomar buenas decisiones y será beneficiosa en diferentes planos vitales.
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